La obra, realizada al temple sobre tabla (182x323 cm), tiene
una compleja composición, las lanzas quebradas en el suelo ayudan a crear perspectiva,
al igual que lo hacen los escorzos violentos en las figuras de los caballos.
En toda la composición se puede observar un estudio
minucioso de las posturas y los movimientos, algo que junto a la perspectiva se
convirtió en una obsesión para el artista. Sobre esto último, Vasari deja
constancia en sus “Vidas”, que dijo de Uccello: “No tenía otro deleite que
resolver problemas de perspectiva difíciles e imposibles”.
Por último, destacar que la obra tiene ciertos ecos medievalistas, ya que el artista utiliza colores brillantes y muy poco naturales que provienen de la tradición gótica. Al igual que la luz representada no es naturalista, dándole a la obra una sensación teatral. En conclusión, las luces y los colores utilizados en la tabla crea una atmósfera completamente irreal.
Batalla de San Romano (1456) |