viernes, 20 de marzo de 2015

El panteón de Malatesta

La iglesia de San Francisco o Templo Malatestiano, fue en su origen un templo gótico situado en Rímini que hacía 1450 Segismundo Pandolfo Malatesta, señor de Rímini, mando remodelar. Este trabajo recayó en las manos del arquitecto León Battista Alberti, el cual realizó una envoltura en mármol del edificio anterior.


Malatesta quería convertir este edificio en un panteón familiar, evocando la antigüedad romana, y a este deseo se ciñó el arquitecto italiano.

Planta 
El edificio está compuesto por una única nave de seis tramos, con capillas laterales, y rematado por una cabecera circular, en la cual en un principio se quería construir una rotonda con nichos que finalmente no se llevó a cabo, al igual que el proyecto de construir una gran cúpula sobre dicha cabecera.

La fachada, a día de hoy inacabada, es clásica y sencilla, no tiene prácticamente decoración. Está concebida como un arco triunfal romano, con tres arcadas, dos de ellas ciegas, y esta rematada con un frontón triangular partido.
Fachada principal


En las fachadas laterales del templo se situaron nichos que pertenecen a personas cercanas a Segismundo Malatesta, con inscripciones en epigrafía clásica, estos están cobijados por arcos de medio punto y separados cada uno de ellos por pilastras, recordando así la arquitectura romana de época clásica.

Detalle de fachada lateral

En cuanto al interior del edificio, hay una decoración típica de época clásica con motivos mitológicos sobre fondo azul que contrastan con las partes en mármol blanco, en su mayoría realizados por el escultor florentino Agostino di Duccio.

Interior
Detalle de los relieves del interior
Las obras cesaron en el año 1466 por problemas de índole económico, quedando el templo inacabado.

viernes, 13 de marzo de 2015

La heroína de Donatello

Narra el Libro de Judith, texto Apócrifo del Antiguo testamento, la historia de cómo la heroína hebrea salvó a la ciudad de Betulia del Asedio del ejército asirio mediante la decapitación de su general, Holofernes, en su propio campamento, después de ser seducido y embriagado.

Es precisamente este momento de la decapitación el que representa Donatello,  cuando está a punto de asestarle el segundo golpe con la espada, ya que, como se puede apreciar en la obra, la figura de Holofernes tiene una herida en el cuello.

Judith y Holofernes (1455)
La obra, en bronce con una altura de 236 cm aproximadamente,  fue llevada a cabo en 1455 y estaba destinada a adornar la fuente del patio interior del Palacio de los Medici, aunque en 1495 se trasladó a la plaza de la Signoria en Florencia. A día de hoy la escultura se encuentra en la sala de los Gigli en el Palazzo Vecchio.

Esta pieza monumental de Donatello, realizada en bulto redondo para poder ser vista desde diferentes puntos y con una estructura piramidal, encarna la virtud cristiana sobre la soberbia.

En cuanto a la ejecución de la obra, hay un gran contraste entre las delicadas facciones de Judith, con un rostro liso que muestra su juventud, frente al rostro áspero que muestra la crudeza del tirano Holofernes. Donatello realiza un minucioso trabajo en los pliegues y la decoración llevada a cabo en el  vestido de la heroína hebrea. La base de la escultura es en forma de cojín, que a su vez se apoya sobre un basamento con bajorrelieves clásicos.
Detalle del rostro de Holofernes
Detalle del rostro de Judith
La escultura fue realizada en la última etapa de Donatello, siendo ya uno de los mejores artistas de su época.

miércoles, 14 de enero de 2015

La obsesión por la perspectiva, Paolo Uccello

Esta obra, realizada por Paolo Uccello (1397- 1475) y que a día de hoy se encuentra en la Galería Uffizi de Florencia,  formaba parte del tríptico de la “Batalla de San Romano”,  el cual fue encargado por Cosme el Viejo en 1456 para el palacio Medici-Riccardi. Su función era rememorar la batalla que se produjo en 1432 entre las tropas florentinas, lideradas por Niccolò da Tolentino, y los ejércitos de Milán y Siena. En esta tabla en cuestión se representa el momento en el que el condottiero Niccolò desmonta a Bernardino della Ciarda en la ya citada batalla.

La obra, realizada al temple sobre tabla (182x323 cm), tiene una compleja composición, las lanzas quebradas en el suelo ayudan a crear perspectiva, al igual que lo hacen los escorzos violentos en las figuras de los caballos.

En toda la composición se puede observar un estudio minucioso de las posturas y los movimientos, algo que junto a la perspectiva se convirtió en una obsesión para el artista. Sobre esto último, Vasari deja constancia en sus “Vidas”, que dijo de Uccello: “No tenía otro deleite que resolver problemas de perspectiva difíciles e imposibles”.

Por último, destacar que la obra tiene ciertos ecos medievalistas, ya que el artista utiliza colores brillantes y muy poco naturales que provienen de la tradición gótica. Al igual que la luz representada no es naturalista, dándole a la obra una sensación teatral. En conclusión, las luces y los colores utilizados en la tabla crea una atmósfera completamente irreal.



Batalla de San Romano (1456)